LA PAZ ES EL FIN DE LAS TIRANÍAS TERRITORIALES

Publicado en EL ESPECTADOR el 14 de agosto de 2016

Colombia ha regalado su periferia a tiranías armadas y clientelas corruptas que pesan sobre los hombros de la población. Para la población urbana, las guerrillas son cuadrillas armadas que hacen riesgoso visitar el campo, pero para la población rural son autoridades despóticas que imponen por la fuerza restricciones y cargas, cuyo incumplimiento acarrea la muerte o el destierro, dejando atrás todo lo que se ganó con el esfuerzo de la vida.

Pastrana produjo una inflexión profunda al ceder a las Farc el control sobre la población en la inmensa zona de despeje del Caguán, que hizo intolerable la vida en la región. Las Farc reclutaron, voluntaria o forzadamente, a miles de sus integrantes, y fueron incapaces de impartir la formación política y las disciplinas castrenses al ritmo de crecimiento de sus nuevas fuerzas. Estas recibieron una autoridad impensada para extorsionar y despojar a la población, y se tornaron en bandidos estacionarios que agotaron la economía legal, mientras fomentaron los cultivos de coca para rentar del narcotráfico. Pastrana, con su fallido proceso de paz, hizo que las Farc le tomaran gusto al ejercicio del poder absoluto sobre la población en el territorio del despeje.

La seguridad democrática de Uribe tampoco resolvió el problema de sumisión de la población a la guerrilla porque hizo aumentar las retaliaciones contra quienes eran vistos como colaboradores del ejército, pues cualquier contacto ocasional, salir con frecuencia al pueblo o el hecho de tener un familiar en la fuerza pública, bastaban para llamar “sapos” a los campesinos. Al contrario, la ofensiva militar aumentó los controles guerrilleros a la población y por tanto crecieron el desplazamiento forzoso y los asesinatos, disfrazados de ajusticiamientos o aplicación de la justicia guerrillera. Para las Farc, la zona de despeje fue una entrega de la población a su disposición, mientras que la reanudación de la guerra les exigió compactar el apoyo de la población y hacer una purga de campesinos que no quisieran articularse a sus objetivos.

Ni el apaciguamiento de Pastrana ni la ofensiva militar de tierra arrasada de Uribe lograron derrotar a las Farc ni liberar a la población de su yugo. Por eso es tan transcendental la decisión de Santos de apostarlo todo a la terminación negociada del conflicto con las guerrillas, porque significa el final de la tiranía que ejercen sobre la población en nombre de una revolución imposible, el restablecimiento de su dignidad y sus derechos, la restitución de sus tierras y viviendas y la recuperación del control sobre sus vidas.

La Colombia urbana, que tiene servicios del Estado y una relativa seguridad en sus derechos, que no paga extorsiones y tiene voz en los medios y redes, debe expresar su solidaridad con los pobladores rurales que viven en el silencio de la periferia, donde el poder absoluto del miedo rige la sobrevivencia, y extender la protección del estado de derecho a las víctimas de la guerra. Esa expresión colectiva es la votación mayoritaria por el SI en el plebiscito que refrenda el acuerdo de paz, que equivale a una segunda liberación de los esclavos.
*alejandroreyesposada.wordpress.com

Acerca de Alejandro Reyes Posada

Abogado y sociólogo. Investigador de asuntos agrarios y de tierras desde 1968. Asesor del ministro de agricultura Juan Camilo Restrepo y de la delegación del gobierno en la negociación del punto agrario de las conversaciones de paz con las Farc en La Habana entre octubre de 2012 y mayo de 2013. Actualmente soy consultor e investigador independiente.
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